Ser sincero es tener la virtud de decir siempre la verdad; y es una virtud porque el que no miente es honesto, confiable y es ejemplar de respeto, y es tanto lo que se logra con esas cualidades que muchos no las tienen, si no que las aparentan para disfrutar de sus beneficios.
El que es sincero lo demuestra con cada detalle de su vida, con cada unas de sus palabras aunque no sea fácil porque decir la verdad duele.
El mentiroso no puede elegir, porque no puede abandonar ningunas de las cosas que dice.Podemos ser siempre sinceros porque no tenemos la necesidad de decir todo lo que pensamos, pero si queremos decir algo tenemos la obligación de decir lo mismo que pensamos. Es difícil a veces saber cual es la verdad, pero comete menos errores quien es fiel a si mismo, porque actúa de buena fe.
Saber callar no es mentir, es no decirle a los otros lo que a nosotros no nos gustaría oír. Es importante estar dispuesto a ser sincero cuando es necesario, y nuestra sinceridad puede evitar un daño.
Ser sincero no significa decir en voz alta las propias miserias, ni estar orgullo de ellas, si no actuar de acuerdo a la propia seguridad respetando la opinión ajena sin necesitar su apoyo ni que piensen lo mismo.
Las persona sincera con los demás no se engaña a si misma, el que es sincero también es leal y no cambia de idea sin razón, no se aprovecha de las ventajas que le puede ocasionar una mentira, porque puede darse cuenta que tarde o temprano la verdad se impone.
Se puede ser mucho tiempo sincero pero una sola mentira será lo suficiente para perder la sinceridad. Sólo el que es sincero es capaz de aceptar la verdad en la que cree otro, porque se da cuenta que otra forma de pensar siempre es un complemento y parte de la verdad.
La sinceridad es la que nos permite vivir en paz con nosotros mismo y con los demás, ser sencillos, cumplir nuestras promesas, actuar con honestidad y pensar con justicia.
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